El legado de la técnica en la arquitectura moderna ha jalonado construcciones y estructuras espaciales cuyo carácter ha contribuido a definir una sensibilidad oscilante entre su representación expresiva y su silencio. Por una parte una noción de objetividad en tanto articulación científica del espacio moderno y por otra parte una sensibilidad estética afín a traducciones artísticas importadas a las formas arquitectónicas. Entender esta herencia disciplinar críticamente implica poner en valor obra y contexto en el marco de la constitución de un paisaje cultural especifico.