Es difícil que un visitante extranjero en China sea indiferente a la comida de este país. Lo primero que llama la atención no es el exotismo culinario que tanto atrae las miradas mediáticas y turísticas sobre China, sino más bien la omnipresencia de la comida en el espacio urbano: las calles están repletas de restaurantes de todo tipo y tamaño, mercados de productos frescos, animales y peces vivos, puestos callejeros y vendedores ambulantes.
Esta omnipresencia también es discursiva y visual: la comida ocupa un lugar protagónico en las conversaciones informales y en los comentarios e imágenes que se intercambian a través de los medios de comunicación digitales y las redes virtuales.