Ciudad de La Plata
Tres décadas de reflexiones acerca de un singular espacio urbano
Resumen
Cuando se ha trabajado largamente sobre un tema suele llegar el momento en que se impone la pregunta acerca de cual ha sido el motivo que ha despertado el interés inicial por la cuestión. Habiéndome ocupado, durante casi tres décadas y a través de unos cuarenta trabajos, del espacio urbano en que vivimos, siento que este es el momento y la oportunidad de hacerme esa pregunta. Mucho antes de comenzar a reflexionar consciente y sistemáticamente acerca de nuestra ciudad, mis primeros contactos con el tema se remontan a mi lejana infancia. En la nutrida biblioteca de mi tío Vicente Re recuerdo haber hojeado con curiosidad y deleite algunas de las tempranas publicaciones sobre La Plata, como el Censo de Salas y Condomf Alcorta. Por otra parte vuelven a mi memoria las charlas con mi padre acerca de los primeros tiempos y personajes de la ciudad. Muy joven, mi padre había tomado lecciones de dibujo con Emilio B. Coutaret, el francés, quien fuera colaborador de Benoit y funcionario del Departamento de Ingenieros, había conocido a otros miembros del citado Departamento y había cultivado la amistad de José María Rey. Sin dudas, esos primeros contactos anecdóticos con el pasado platense, hoy en la distante niebla de los recuerdos, sembraron en mi las semillas de muchas preguntas no formuladas o sin respuesta entonces. Más tarde la vida me condujo por otros caminos e intereses, que me alejaron de esas primeras inquietudes. Sólo volví sobre La Plata mucho después, aunque desde el enfoque estrictamente técnico y profesional del planeamiento físico, a través de mi actuación en el Ente Técnico de Planeamiento Municipal y de mi labor en la cátedra. Un compromiso más profundo y duradero con el estudio de La Plata surgió de improviso en 1975. A través de la generosa intervención de Hilario Zalba, quien había sido nuestro recordado profesor en la Facultad de Arqqitectura, fui invitado a una reunión en la Ministerio de Obras Públicas de la Provincia, del cual Zalba era entonces asesor. Esa reunión, auspiciada por el Ministerio y promovida por un urbanista español, a quien no conocía, tenía por objeto interesarme, junto a quienes me secundaban en la labor docente, en participar de un estudio muy ambicioso sobre nuestra ciudad, con el apoyo del Instituto de Estudios de Administración Local de Madrid. Este reunión se transformó en una verdadera revelación. El catedrático español Fernando de Terán nos manifestó que, tras un par de visitas a La Plata, había quedado prendado por los encantos de nuestra ciudad y que, verificando con sorpresa que no existían estudios urbanísticos profundos sobre la misma y sus orígenes, entendía que la proximidad del primer centenario de su fundación justificaba plenamente la necesidad y el deber de completarlos. Tal era su entusiasmo y apasionamiento por el tema, muy bien descriptos por él mismo en su deliciosa introducción al producto de la investigación propuesta, el libro "La Plata, ciudad nueva , ciudad antigua. Historia , forma y estructura de un espacio urbano singular", que nos contagió prontamente sus sentimientos y sus inquietudes. Como resultado de la reunión, todos nos retiramos henchidos de ideas y ansiosos por ponernos a la tarea. Luego siguieron ocho años de intensa labor de investigación por parte de un equipo de más de una docena de personas y el apoyo solidario de otros platenses y no platenses deseosos de colaborar en la profundización de los conocimientos acerca del origen, la razón y el ser de La Plata. Así me cupo en suerte encabezar el grupo de trabajo que, a medida que avanzaba, se sumergía en un mar de informaciones revueltas y, a veces, hasta contradictorias, a las que había que ordenar y hallarles sentido. Todo ello se ejecutaba acompañado por periódicas y frecuentes visitas de Fernando de Terán, quien proseguía alentando firmemente la labor, que el desbordante entusiasmo del equipo y la abundancia del material hallado, amenazaban, a veces, con conducir por caminos errados. Sin embargo, durante esas visitas y en repetidas y extensas cartas, Fernando mantenía un norte seguro para la tarea conjunta, con ideas claras así como con preguntas incisivas y precisas. Pero esa intervención no se circunscribía sólo a ello sino que, en cada una de sus visitas, transmitía su creciente entusiasmo y admiración por la ciudad y por el proyecto, a todas las personas con las que tomaba contacto. Y esa labor de difusión de los valores y de los atributos de la Plata la continuaba realizando, además, a su regreso a Europa. Por tal razón es justicia manifestar que los plateases debieran estar siempre agradecidos por esta incansable labor de Fernando de Terán, quien no sólo concibió, maduró e impulsó la idea de realizar un estudio profundo del fenómeno urbano que constituye la nueva capital bonaerense, sino que guió con su certero asesoramiento el proyecto y se ocupó de que los resultados del mismo viesen la luz en el ámbito español y fueran, de tal modo, conocidos y difundidos en círculos internacionales más amplios. Personalmente, esos años inolvidables fueron de trabajo intenso y de apasionada búsqueda del ensamblaje de las piezas sueltas del enorme rompecabezas que constituye la abundante información no ordenada acerca del pasado platease. De tal modo, debo a Fernando todas las satisfacciones profundas que sólo quien se interna en el campo de la investigación aprende se experimentan con cada verificación de que se ha logrado reconstruir el sentido de una parcela de la realidad de aquel complejo rompecabezas. Esas satisfacciones, que se asemejan y que sintetizan, a un tiempo, aquellas que viven el deportista, el apostador y el cazador, imponen como condición, sin embargo, los sacrificios de una búsqueda tenaz, ordenada y apasionada. Un rasgo es común a todas esas diferentes actividades humanas: despiertan pasiones que difícilmente se agotan en el corto plazo. Por ello me he sentido impelido a volver una y otra vez sobre algunos de los variados aspectos de nuestra ciudad a lo largo de los años y en distintos foros y circunstancias. Como consecuencia han quedado dispersos a la vera del camino y del tiempo alrededor de cuarenta trabajos. He creído conveniente reunir una muestra de los mismos, compuesta por doce contribuciones, algunas de las cuales permanecían inéditas. También he creído que lo más justo es dedicar esta muestra a Fernando de Terán, con quien todos los platenses y, en especial los círculos académicos, guardan una enorme deuda de gratitud no saldada.