Nuevas categorías patrimoniales: del monumento histórico al territorio
Resumen
Uno de los avances más notables producidos durante las últimas décadas en el campo patrimonial es la incesante expansión del concepto mismo de patrimonio. La idea de “monumento histórico”, vinculada a los inicios de las acciones de protección y conservación del patrimonio, es ubicada por Françoise Choay, en lo que concierne a su origen, en el período inicial del Renacimiento, cuando se la acuñó para hacer referencia a los relictos tangibles del pasado romano1 . Si bien la noción de monumentos históricos se amplió con el correr del tiempo, es posible verificar que hasta mediados del siglo XX las tres categorías básicas de bienes patrimoniales eran los monumentos, los sitios arqueológicos y los centros históricos; si bien en la actualidad estos tipos no han perdido su vigencia, no constituyen más que una parte de un ampliado y diversificado elenco patrimonial. La noción de “monumentos”, que puede incluir tanto edificios como conjuntos edilicios, hace referencia tradicionalmente a bienes portadores de significados relevantes vinculados con hechos históricos o con etapas de la evolución arquitectónica o artística. (Párrafo extraído del texto a modo de resumen)